Primero se trató de controlar las llamas con las fuerzas locales de seguridad, incluidas las de Cerritos. El olor del azufre hizo pensar en la perdición de muchas almas. Se desalojó a los habitantes del pueblo creado junto a las minas y de tres localidades más. Más tarde (¿muy tarde?), como a las 21:30 hrs., salieron de la capital del estado hacia Guaxcamá 10 bomberos y el comandante Antonio Benavente, así como dos comandos del Ejército Mexicano, que llegaron al sitio del siniestro a la medianoche.
A esa hora el tiro medía ya 150 metros, el gas cubría una extensión de 60 kilómetros y los habitantes habían sido trasladados a Villa Juárez.
Cuenta el fotógrafo Roberto Silva que el humo se veía desde muy lejos, incluso desde la carretera a Matehuala a las afueras de la capital del estado, a unos 70 kilómetros.
|
Página de El Sol de San Luis, lunes 20 de noviembre de 1972. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario